domingo, 9 de diciembre de 2012

Empecemos con un para siempre.

Capítulo 3:
Última hora. Clase de historia. María está sentada en su pupitre. Después de la tormenta a primera hora, la cual le llevó a conocer a ese chico, Àlex, brilla el sol por fin. La luz ilumina y calienta ligeramente su espalda. Hace que algunos de sus cabellos se vuelvan de un rubio casi dorado. La profesora explica algo relacionado con la revolución francesa, o eso cree María, ha pillado pequeños fragmentos de explicaciones al vuelo y ha llegado a esa conclusión. Suena el timbre. Todos se disponen a recoger para irse a casa, pero la profesora los interrumpe. -Quiero que para mañana me hagáis un resumen y un trabajo de todo lo que hemos explicado hoy.- "Maldita sea, lo que yo diga, los profesores quieren arruinarnos la adolescencia." Piensa María mientras recoge. Sale de clase y corre detrás de dos compañeras suyas que han sido más rápidas y ya van camino a la salida. Las alcanza. -Sandra, necesito que me hagas un favor muy urgente.- Dice María con la respiración ligeramente acelerada por la carrera que se acaba de echar. -Déjame que adivine...- Dice su amiga con tono de ironía. -Has vuelto a estar en las nubes durante las explicaciones de historia y ahora necesitas que te deje mis apuntes para hacer el resumen y el trabajo. ¿Me equivoco?- María la mira y ríe. -Por favor Sandra, si el próximo día no traigo la tarea hecha, Isabel me echará la bronca, sabes que nunca he tenido demasiado auto control con esa profesora y no me gustaría pasarme las vacaciones de Navidad encerrada en casa tras una llamada del director acusándome de "agresión a un miembro del personal docente"- Imita la peculiar forma de hablar que tiene el director y ríe. -Está bien.- Su amiga accede entre risas. -Pero solo porque la imitación que has hecho de Alberto ha sido muy buena.- María le abraza fuertemente atrapando el cuerpo y los brazos de su amiga entre los suyos. -Gracias, te recompensaré, lo juro.- La suelta. Sandra le da sus apuntes y María se separa del grupo al llegar a la zona de los autobuses. Se despide con la mano de sus dos amigas mientras ellas se montan en su correspondiente autobús. Sigue su camino y atraviesa el patio delantero. A lo lejos ve a Àlex y sonríe automáticamente. -¡Eh tú, el chico de los favores!- Grita mientras camina a su encuentro. Él se gira y ríe al verla. "No podía ser otra persona que ella." Piensa. -Hola- La saluda una vez que han llegado a la misma altura. -Hola, ¿a si que vives por la zona?- Pregunta ella sonriente como siempre. -Si, vivo aquí cerca. Y tú por lo que se ve, también vives por la zona.- Sonríe. -¡Premio! Eres listo eh.- Bromea ella entre risas. -Pues claro, ¿a caso lo dudabas?- Le contesta él y acaba riéndose también. Empiezan a caminar en dirección a la salida del recinto del instituto. -Pues si, la verdad es que tenía dudas respecto a eso.- Mira a Àlex y ríe aún más. -Ya verás, ¡te vas a enterar!.- Él intenta atraparla, pero ella es más rápida y se escabulle echando a correr hacia la puerta. Él corre detrás intentando alcanzarla. Corren varias calles así. Como si de dos niños pequeños jugando se tratase. Por fin la atrapa y la apresa entre sus fuertes brazos. -Te pillé, ¿a que ahora no repites lo que dijiste antes?- Ríe fatigado. -¿A qué te refieres?- Intenta disimular pero se le escapa la risa. -¡No te hagas la tonta conmigo!- Ríe aún más y le revuelve el pelo a María, que se retuerce en sus brazos tratando de zafarse de él inútilmente. -¡Para! ¡Para, que me haces daño!- Grita ella. Àlex la suelta inmediatamente. La mira. -Perdona, me he pasado un...- María no le deja terminar la frase. Le da una colleja y sale corriendo. -¡Eres un blando!- Los dos ríen de nuevo. El vuelve a echar a correr tras ella. Pero esta vez, no con el propósito de atraparla, si no, con el de no perder de vista aún a la que, desde esa mañana, era su única amiga en aquella urbanización. Ella se detiene frente a una casa de fachada amarillo pálido, como la mayoría de casas que se encontraban en esa calle. Él la alcanza. Ella le ve llegar y ríe. -Gracias por acompañarme a casa.- Sonríe y mira a Àlex que se repone de la carrera apoyado sobre sus rodillas. Se levanta y la mira. Sonríe también. -De nada, aunque la verdad, no era mi intención acompañarte a casa.- Ríe un poco. -Pero, sabiendo que las vueltas del instituto serán tan divertidas si te acompaño, lo haré a partir de ahora, a demás, me queda de paso.- Señala con el brazo una casa un poco más adelante que la de ella, en la acera de enfrente. -¡Vaya! El mundo es un pañuelo. El chico que me ha salvado de una caída por la mañana y me ha perseguido corriendo todo el camino sin saber que me iba a acompañar hasta la puerta de casa, es mi vecino.- Ríe mientras se apoya en la verja que rodea su casa. -Entonces. ¿te importa que mañana por la mañana te pase a buscar para ir a clase? Pero sin carreras eh, que a esas horas de la mañana puede que la que tenga que salvar a alguien de una caída seas tú.- La mira y deja escapar una sutil risa. -Claro, a las ocho aquí.- Sonríe mientras abre la puerta de la verja. -Está bien, seré puntual.- Sonríe y se acerca a María. Ella le mira sin saber muy bien cuáles son las intenciones del muchacho. Àlex se acerca más y le revuelve el pelo de nuevo. Echa a correr calle arriba, mientras que ella, descentrada, ríe y grita: -¡Te vas a enterar mañana!- Él se para y observa como la chica cierra la puerta de la verja una vez dentro y entra en casa. Sonríe. Sigue su camino, esta vez sin correr, sin prisa.

 Camina hasta llegar a su casa. Abre la verja que, como en casi toda la urbanización, rodea la casa. Deja su mochila colgando de un solo brazo, mientras con el otro abre un bolsillo lateral de su mochila. Saca las llaves y abre la puerta. Entra en casa y una bocanada de aire cálido acaricia la piel de sus mejillas, enrojecidas debido al frío otoñal. Àlex sigue aún un poco fatigado después de haber corrido detrás de María calle arriba desde el instituto. Camina por el recibidor. -¡Hola mamá, ya he llegado!- Grita un poco, ya que prevé que su madre se encontrará en el piso de arriba, como de costumbre. -¡Estoy arriba Àlex!- Se oye una voz de mujer, amortiguada por la distancia que separa las estancias de la casa en las que se encuentra cada uno de ellos. Sube las escaleras y camina por el piso de arriba, guiándose por la voz de su madre, hasta llegar a una pequeña sala de estar. Una mujer, no muy mayor, de tez ligeramente sonrosada, de sonrisa y mirada muy dulces, enmarcadas por líneas de expresión y cabello negro, salpicado ligeramente por cabellos canosos, en resumen, una mujer hermosa, se encuentra acomodada en un sofá. Sujeta entre sus manos, una edición de bolsillo de Romeo y Julieta. Parece muy concentrada en la lectura, pero, en cuanto oye los pasos de su hijo atravesar la puerta de la sala, levanta la vista de las páginas del libro. -¿Ya has llegado de clase?- Mira a su hijo mientras sonríe. -Es obvio, ¿no? Si estoy aquí.- Àlex ríe mientras mira a su madre. -¿Qué? ¿Otra vez leyendo?- Señala el libro. -Si, no puedo hacer otra cosa, en la calle hace mucho frío y ya sabes lo propensa que soy a los resfriados.- Le dedica una sonrisa de lo más expresiva. -Tienes razón, perdona por haberte interrumpido, comeré algo y luego quizás vaya a hacer una prueba para el equipo de fútbol de la zona.- Camina hacia la puerta mientras su madre vuelve a enfrascar en la lectura. -Está bien, ten cuidado y pásalo bien.- Àlex desaparece escaleras abajo. Entra en la cocina y abre la nevera. Coge unas sobras de pasta y las calienta. Se come también una manzana. Sube a su habitación. Saca una bolsa de deporte del armario. Mete una camiseta blanca, unos pantalones por encima de la rodilla azules, unas espinilleras, unas medias y unas botas de fútbol, una toalla y un neceser para la ducha y una botella de bebida isotónica. Sale de casa con la bolsa al hombro. Saca unos cascos y se los pone. Selecciona una canción de su MP3 y lo guarda en el bolsillo de sus pantalones vaqueros.

 Pasa por delante de la casa de María. Una sonrisa se dibuja en sus labios al ver la figura de la chica a través de una ventana del piso de arriba. Lleva el pelo recogido y unos pequeños mechones de pelo caen sobre su cara. Tiene la cabeza ligeramente agachada, apoyada sobre sus manos. Tiene, la verdad, un aspecto bastante melancólico.

Àlex coge una pequeña piedra del camino. La tira suavemente hacia la ventana de María llamando su atención. La chica levanta la cabeza y se frota los ojos y las mejillas con el dorso de la mano. "¿Está llorando?" Se pregunta el muchacho, un tanto preocupado.  Ella le saluda con la mano y le sonríe, pero, no es la misma sonrisa de siempre, esa sonrisa natural que te llega al alma. No, no era esa sonrisa, era una muy diferente, triste, forzada. Àlex se ha dado cuenta de que no está  bien. Le hace un gesto para que baje. Ella se niega, pero él sigue insistiendo hasta que ella accede. La chica se levanta y se aparta los mechones de pelo de la cara. Su silueta desaparece tras la ventana. Él abre la puerta de la verja y se queda apoyado en ella. María no tarda mucho en llegar a la puerta de casa y la abre, pero no sale, se queda apoyada en el marco de la puerta. -Hola.- Àlex la saluda y le sonríe. -Hola.- Le contesta ella bastante desganada, con un hilo de voz, casi como un suspiro. Él no aguanta más al verla así. Extiende una mano. -Ven aquí anda...- Ella da un paso hacia delante, con la cabeza baja, posa su mano temblorosa sobre la de Àlex, las lágrimas brotan en sus ojos y resbalan por sus mejillas. Él agarra su mano y atrae a la chica hacia él. La abraza, un abrazo cálido. Coloca una mano sobre su cintura, la otra sobre su cuello. Ella coloca su cabeza, aún agachada, sobre el hombro de él y deja que las lágrimas caigan mojando la sudadera de Àlex. Él la abraza con fuerza, mientras le acaricia la espalda y el cuello. Ella le atrae hacia si fuertemente y rompe en llanto. Él ya no sabe que hacer para tranquilizarla, sus sollozos son como puñales, se clavan en su pecho haciendo que a él también le entren ganas de llorar. -María, ¿qué ocurre?- Susurra y sigue acariciándola, mientras ella rodea la espalda del muchacho con sus brazos.

1 comentario:

  1. Me encanta. En cuanto puedas sube el próximo capítulo, es tan ajkhfsdjhfsd. Yo también me he creado un blog, cuando quieras te pasas. ¡Guapa!

    ResponderEliminar